Un monólogo

Que calor hace hoy, la verdad. Se me fue el tren, bueno, voy a esperar el siguiente, ya aprendí a no correrlo por más que llegue tarde, estuve un año entero con los dos pies esguinzados por tropezarme con las piedras y usar zapatos. A la mierda, aguanten las zapatillas. La gente no tiene cuidado, entran como vacas desatadas cuando ven llegar el tren, lo mismo en Constitución, no te dejan bajar, te llevan por delante con las bicis, los carritos, los canastos y el que te pide en silla de ruedas te aplasta los pies sin pedirte disculpas. Los trenes me hacen acordar a los bichos bolita que agarraba de chica y en la panza tenían un montón de bichitos bebé, cuando se les reventaba salían todos los bichitos blancos corriendo, la gente es igual, sale disparada de los trenes como un tiro. A veces, cuando voy caminando entre la marabunta de gente, me pongo a fantasear con qué pasaría si, en vez de seguir el camino al trabajo, agarrara y me tomara otro tren a, no sé, Chascomús, La plata o alguno de esos lugares como Jepener o algo así. ¿Quién carajo habrá sido ese? Siempre fantaseo con viajar pero me da paja, la verdad. ¿Por qué ese viejo camina tan cerca del borde? Ay no, no quiero verlo suicidarse, una vez vi como un tren dejó tirado a un hombre en el anden de Yrigoyen y otra vez nos tuvimos que bajar antes de Monte Grande porque el tren atropelló a otro hombre. Que calor hace, los pies se me van a hinchar con este calzado, pero no tengo otro, y la verdad, me da paja comprar ropa, ¿Qué le ve la gente cuando tarda tanto escogiendo algo? Nunca entendí eso, también en los cajeros, ¿Qué carajo hacen que se quedan como media hora mirando la pantalla sin hacer nada? Me da ganas de cantarles unas cuantas.
Si el tren no llega pronto se va a llenar, ya hay un montón de gente en el andén, esa señora con el bebé chiquito y esa nena, las van a aplastar. Má siempre me dice porque no le doy un nieto, pero hay que pensarlo muy bien: ¿quién lo va a cuidar? ¿Quién va a llevarlo a la escuela, al médico? No tengo tiempo, y ella no está para esos bailes, por más que le ponga ganas. Pobre má, tantos hijos para que siempre sólo uno le ande detrás y después ande llorando que los demás hijos no la llaman, y siempre peleada con pá. Ella dice que no hay que quedarse solos, pero, para terminar así, mejor no, gracias. Para vivir con un desconocido me tengo a mi, que a veces ni sé que carajo se me cruza por la cabeza.
Ay no, ahí viene uno vendiendo música y tengo los auris rotos. Me voy a comprar los bluetooth, estoy cansada de que me los rompan cada vez que algún apurado me pasa cerca. Que calor hace y apenas son las siete. Espero que no haya ninguna marcha hoy a la vuelta, tengo que ir a la facultad y no puedo seguir perdiendo clases, y espero que en la oficina no salgan con alguna boludez nueva, que necesito ponerme al día con las lecturas, anoche me quedé planchada en la cama cuando me acosté intentando leer y me desperté como a las 3 cagada de calor y los mosquitos divirtiéndose con mis brazos. Pá se levantó a sacar a los perros, ay, un día se nos va a meter un chorro, como esa vez que salió a chusmear quien se tiroteaba en la esquina con la policía. Qué tipo, por favor.
¿Cuánto más va a tardar este tren? No anuncian demora pero ya llevamos más de veinte minutos acá.

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